Por los cortijos de Cabo de Gata en busca de rincones secretos

En La Ermita, un breve poblado camino de El Playazo en Rodalquilar (Níjar, Almería) hay un cortijo del que apenas queda un eco de lo que fue. Sus vigas de madera de pita ya descansan en el suelo. La roca y el barro de sus muros luchan contra el tiempo entre una maraña de arbustos desérticos donde se esconde el camaleón. Entre ellos se advierte una vieja alacena, vacía. La estampa, junto a una de las playas más atractivas de todo el parque natural Cabo de Gata, se repite con frecuencia en la zona. Con mayor o menor conservación, más de un centenar de estas viejas edificaciones se reparten por el territorio como pistas de un pasado cercano. A pie, en bicicleta, moto o coche, ir en su búsqueda permite recorrer los paisajes insólitos de este rincón de la Península marcado por el perfil de antiguos volcanes y la aridez. Es el momento de descubrir norias, aljibes y molinos de la agricultura de secano, forma de vida local ya desaparecida y previa a la llegada del turismo. También de adentrarse en los escenarios de múltiples películas y series, darse un baño en una costa exquisita y saborear el extraordinario pescado local. Ay, los salmonetes y gallopedros.

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Source: el pais

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