El camino a la convivencia en Colombia no tiene que ver solamente con el desarrollo de los acuerdos con las FARC. Además de la guerrilla, el país ha vivido en las últimas décadas bajo otra espada de Damocles. El cultivo masivo de la hoja de coca lo convirtió el primer exportador de cocaína en el mundo y determinó el día a día de decenas de miles de familias, creando un ecosistema perverso en manos de mafias y bandas criminales. La paz pasa también por el fin de los cultivos ilegales y esta parte del proceso, fundamental para la renovación del campo, tuvo este jueves un impulso que busca ser decisivo. El Gobierno de Juan Manuel Santos inició un plan de sustitución voluntaria de estas plantaciones que se propone acabar en un año con 50.000 hectáreas, alrededor de la mitad del total, según las estimaciones más recientes de Naciones Unidas.
Source: El País